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Diciembre 2015: cambio climático

CRÓNICAS POÉTICAS DEL TERCER MILENIO

 

Diciembre 2015

 

Por José Muchnik

 

 

Muestrario de hechos verídicos, otra mirada sobre los tiempos presentes para los habitantes del futuro

Crónica especial sobre el cambio climático

Eme con eme mamá, ¿Mi mamá ya no me mima? ¿Pachamama enojada? ¿Mucha mozzarella derretida? ¡El planeta se recalienta! ¡Qué mambo mama mía! Eme sin riendas clima ¿Cómo bajarle la fiebre? ¿Cómo frenar la calesita? A Tierra se le hinchan tetas y quiere saber porqué. ¿Por qué tanta calentura? ¿Por qué tanta locura acumulada? ¿Por qué tanto carbono emitido?[1] ¿Por qué tanta gente enceguecida? Sin embargo no era difícil entenderlo. De un lado más petróleo carbón combustibles quemados, más gases a efecto invernadero producidos, del otro más selvas arrasadas menor capacidad de absorberlos[2]. Entonces se acumulan en la atmósfera, no sólo ilusiones evaporadas modelos de progreso ideas empañadas, también dióxido de carbono metano ozono… y otros elementos difícilmente pronunciables que tardarán decenas de años en degradarse, lamento informar que el fenómeno no es fácilmente reversible.

Así estábamos estimados habitantes del futuro, a mí esto me huele mal, estas crónicas no pretenden ser profecía sólo testimonio, nadie sabe dónde vamos pero seguimos andando, en este mes de diciembre del año 2015 se reunió en París la COP 21, gran conferencia sobre el clima gran, grandes discursos de grandes dirigentes, grandes acuerdos, grandes debates, grandes aviones para transportar conferencistas.… Gran gran gran… gran kilombo corregir el rumbo, orientar la nave hacia otros horizontes. No es que sea pesimista pero esto me huele mal… no creo que mis contemporáneos cambien con buenas predicaciones, por eso dialogo con los habitantes del futuro, ellos saben pero no pueden comunicarse con nosotros… ¿O no sabemos escucharlos? Digo que me huele mal, como si un castigo bíblico sería necesario, que sobrevivan algunos para construir luego un arca diferente. Ojalá me equivoque…

Ahora este cronista testigo está en Buenos Aires atravesando el umbral entre los años 2015 y 2016, si acercamos el zoom lo podemos observar bebiendo un porroncito de cerveza Quilmes en el bar que se encuentra enfrente de La Tacita, en la esquina donde se cruzan Inclán y Boedo, en este barrio universal y singular, hace calor, no mucho más que de costumbre, equipos de aire acondicionado funcionando a pleno ritmo, algunos cortes de luz, vecinos protestan, tormentas e inundaciones ganan frecuencia, me llama el director del diario ¿Vas a llegar con tu crónica? No quiero apurarte, pero sino llegás avisame. Sí la haré                                                               Mario, esto del cambio climático me parece fundamental, ya sabemos que estas crónicas están dirigidas a los habitantes del futuro pero tal vez algún contemporáneo dé bola. Para corregir el rumbo hace falta mucho más que conferencias y planes, hace falta que cada habitante de este planeta entienda que nos salvamos juntos o no se salva nadie. Cada uno tendrá que mirar de otra manera sus pequeñas costumbres cotidianas, sus aires acondicionados, sus medios de transporte, sus derroches de agua, sus pérdidas de conciencia…

¿Servirá mi prédica para algo? ¿Porqué no seguir tranquilo con mi refrescante porroncito de Quilmes? Sin embargo decido contarles algo ¿Cómo decirlo? No creo que mostrar curvas de temperatura o cambio de isohietas sirva para mucho. Imagínense el planeta como una bola de billar, el recalentamiento puede ser el tacazo que produzca inesperadas carambolas mortales, hay que evitar que se dispare ese tacazo. Desde esta esquina embebida en su aroma de pizza parrillada gases de escape, no es fácil apreciar la urgencia, por eso les cuento.

Los efectos del recalentamiento ya son sensibles, las carambolas comienzan a encadenarse, funden glaciares en las montañas, funden cascos polares, aumenta el nivel de los mares, pequeños estados como Tuvalú o las islas Kiribatí, están despareciendo bajo las aguas, dirán que son inventos míos, busquen en Google, in Google we trust[3]. Veinte por ciento de las tierras del Bangla Desh, el país con mayor densidad de población de este planeta, puede desaparecer. Es de suponer que muchos sean poco sensibles a los avatares de lejanos condados con extrañas denominaciones. Sepan que las carambolas no tendrán fronteras, que se está recalentando el mar, que el Niño y la Niña se hacen más fuertes y vigorosos, no el Niño Jesús ni la Niña Bonita, niños terribles climáticos apocalípticos encarnados en marinas corrientes, inundaciones y sequías se multiplican sin límites espaciales, nadie escapa a estos fenómenos, la seguridad alimentaria de millones de seres está en peligro. Otra carambola: la acidificación de los océanos tiene consecuencias irreversibles en la vida de distintas especies marinas, corales algas moluscos tortugas ven afectada su capacidad para construir conchas o caparazones (su capacidad de calcificación disminuye con la acidificación), también el plancton se ve afectado con lo cual…

Moraleja: evitar que se dispare el tacazo, controlar el aumento de temperatura de este planeta, arrojar a la atmósfera menos gases a efecto invernadero, reducir la utilización de combustibles fósiles… ¿Desafío sobrehumano para esta humanidad?

Otra noticia aparentemente irrelevante para estas crónicas de diciembre: las autoridades neozelandesas le negaron el permiso de residencia para permanecer en el país al cocinero sudafricano Albert Buitenhuis. Motivo argumentado: la obesidad de dicha persona (130 kilos) y su costo potencial para el sistema de salud nacional. ¿Irrelevante? No sé, la obesidad es también una tendencia (¿epidemia?) mundial. Aumento de peso, aumento de temperatura… todo aumenta ¿Hasta dónde? ¿Todo tiene que ver con todo?

¿Eme con eme mamá?

Y hablaban de modelos de desarrollo cómo si supieran lo que decían.

[1] En los años 50 la emisión de C02 era de 1 a 2 millares de toneladas de carbono por año. Actualmente llegamos a una emisión de aproximadamente 10 millares de toneladas de carbono por año.

 

[2] Los árboles están entre los principales purificadores del aire ya que a través del proceso de fotosíntesis transforman en materia orgánica el C02 presente en la atmósfera, produciendo oxígeno al mismo tiempo

[3] En Google creemos, como analogía de la leyenda que figura en cada dólar billete “In god we trust”

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